jueves, 5 de agosto de 2010

Institucionalidad: Reto pendiente

Hoy en día, todos los ciudadanos, en particular de la capital, somos conscientes de la proximidad de procesos electorales; sin tener mucha conciencia política basta con tan solo asomarse por algunas avenidas de la ciudad y observar lo abarrotada de propaganda política que estas se encuentran. Si bien estas tienen como fin hacer publicidad a candidatos municipales, no falta nada para que el mismo fenómeno tome lugar para las presidenciales; y sin duda, serán numerosos los nombres que veremos en dichas pancartas algunos conocidos, siendo los mismos representantes de partidos con una gran trayectoria política en nuestro país; y otros, candidatos nuevos de partidos recientemente creados. Definitivamente, uno de ellos será (mal que bien) el elegido para ocupar el sillón presidencial por 5 años, pero ¿podrá ser este gobernante capas de romper con una de las taras más remotas que arrastra nuestra nación: la falta de institucionalidad?

No es novedad que exista un tipo de correlación positiva entre el crecimiento económico, el PBI per capita y la institucionalidad. En innumerables tesis se habla que un mejor nivel de institucionalidad llevará a un mayor crecimiento económico, lo que realmente es cierto según la evidencia empírica. Pero, ¿Qué significa tener buena institucionalidad? Si bien se puede medir esta variable Proxy de diversas formas, personalmente, me parece prudente definirla como un Estado que cumpla con: control de corrupción, efectividad del gobierno, protección de derechos de propiedad, poder judicial autónomo y eficiente, voz y rendición de cuentas, calidad de regulación y estabilidad política. Por lo que ser bueno en todo lo anterior nos conduciría a un nivel de institucionalidad alto.


Cabe la pregunta entonces ¿Si el Perú crece cada año a tasas relativamente altas y se respeta el modelo, por que apuntar a un mejor nivel de institucionalidad? La respuesta más obvia sería: porque podríamos crecer más y rápidamente convertirnos en una economía desarrollada, pero lo importante con todo esto es que la mejora en los niveles de institucionalidad no restringiría o anularía el desempeño de una economía de mercado; y por consecuencia, no fomentaría la exclusión o marginación de algunos agentes económicos del mercado formal. Rompería esa famosa “Campana de Vidrio”-que hace del capitalismo un club privado, como lo menciona Hernando de Soto en su bestseller “El Misterio del Capital”- que no permite el empoderamiento de los que menos tienen incluyéndose en el sector formal y siendo parte de todas las ventajas que una economía de mercado ofrece como es el financiamiento bajo garantías reales o personales. El no poder formar parte del sector formal sin duda pone un techo al crecimiento empresarial y eleva los costos de transacción (contratos) abismalmente, dificultando la actividad comercial y restringiendo de cierta manera la inversión.


Ahora no es que el institucionalismo como una nueva corriente sea un reciente hallazgo para los “policy makers”peruanos, si bien este enfoque a diferencia del neoclásico supone aspectos sociales, políticos, culturales y económicos no es algo que ha tomado importancia hace poco. [1]Ya existe un Consejo Nacional de Competitividad (CNC) que busca mejorar los niveles de competitividad y situarnos para el año 2011 en la tercera economía más competitiva de la región (Foro Económico Mundial elaborado por el Banco Mundial) Y uno de los rubros es la institucionalidad, la cual se mide bajo otros 18 rubros vinculados, de los cuales en los rubros cargas burocráticas del marco regulatorio (123°) y la eficiencia legal (115°) nos ubicamos en los últimos lugares de la región. Otros rubros que son preocupantes son los derechos de propiedad (102°), la independencia del Poder Judicial (114°) y las políticas gubernamentales (96°).De hecho una reforma total en nuestros órganos de poder sería más que precisa.


Sabiendo todo eso seriamos muy miopes al no darnos cuenta que las cosas están mal, que existe un estado débil con pérdidas de capital social enorme y que difícilmente alcanzaremos niveles de competitividad favorables, pero ¿como realizar reformas si al parecer nuestro país es victima del peor de los males: la corrupción? En países como el Perú es muy difícil aplicar reformas en estos ámbitos ya que la corrupción es sistemática; es decir los que juzgan tampoco están libres de culpa. Definitivamente, es una tarea difícil distintitas estrategias del CNC (en teoría muy buenas) han sido puestas en marcha para conseguir el objetivo hace ya algún tiempo. Adicionalmente, se debe considerar como solución, para un problema tan arraigado, a la educación, debido a que ser una población culta generaría una mayor conciencia política y capaz de disntiguir de lo que es justo e injusto.


A poco menos de un año de las elecciones presidencial es preciso señalar que como peruanos no nos queda más que elegir moral y concientemente a los futuros representantes de la nación que sean capaces de solucionar las taras tan arraigadas que vamos arrastrando por indefinidas décadas como lo es la falta de institucionalidad en la que se encuentra sumergida el Perú. Dejémonos pues de los famosísimos “sobornos y cutreos”que no hacen más que dar a relucir la pobrísima realidad política en la que vivimos.














[1] Cámara de Comercio de Lima(2009) No-378