lunes, 17 de mayo de 2010

GRECIA: CRISIS HELÉNICA

Es inevitable abrir los diarios empresariales o visitar algunas direcciones electrónicas de coyuntura económica y toparnos con noticias negativas acerca del dinamismo macroeconómico de Grecia. Sin duda, en el 2001 cuando Grecia decidió formar parte de la Euro-Zona, tenía muy bien en claro los lineamientos a los que debía ceñir su política fiscal y macroeconómica, ya que el valor del “euro” depende, sin duda del desempeño económico de sus países miembros. Sin embargo, una regulación flexible de parte del banco central europeo y espacio para el manejo interno de las finanzas públicas dieron pie a una situación tan deplorable como la que vive Grecia hoy en día.

¿Qué sucedió? Básicamente, la postergación de un plan de recorte fiscal y el hecho de sostener políticas populistas por varios años, (esto se evidencia con la aguda burocracia que existe en Grecia-alrededor del 25% de la PEA labora en el sector público-) fueron las principales causas. Sin duda esta situación tan insostenible tenía que hacerse notar en algún punto. Las cosas están muy mal, la deuda pública es de 390 mil millones de de dólares y equivale a una razón Deuda- PIB del 120%. Todo esto se desenvolvió bajo gobiernos conservadores y de corte socialista que asumieron el poder en los últimos años y que por lo visto los modelos aplicados, no fueron los correctos.

Adicionalmente, el tema se agudiza más con los resultados y evaluaciones de las agencias calificadoras. Tal es el caso de la reducción de la calificación de los bonos de gobierno a BB+, una escala menor al grado de inversión; y estimar un “recovery rate” de alrededor del 30-50%; es decir, que los tenedores de bonos solo recuperarían dicho porcentaje del principal, (ambas calificaciones otorgadas por la agencia S&P).

Esto desencadena una desconfianza tremenda en los mercados de todo el mundo. Ocasionando que el rendimiento de los bonos a 10 años suba a 11% y los de 2 años alrededor del 16% como se muestra en el cuadro, el cual si bien solo muestra el performance de los bonos a 2 años, es básicamente el reflejo global del costo de financiamiento.


Ante esta situación, que se previa la incapacidad de pago de las obligaciones de deuda a mediano plazo y ante un próximo vencimiento de pago de 9,000 millones de euros este 19 de mayo; días atrás, Grecia selló un plan de rescate con la Unión Europea en combinación del Fondo Monetario Internacional por la suma de 140,000 millones de dólares. Existe mucha incertidumbre si este –bail out- (rescate financiero) será ejecutado de la forma correcta y podrá ser un paso para la necesaria recuperación económica de dicho país. El punto es que el plan que propone Grecia y que le exigen sus rescatistas suena teóricamente muy factible y producente; sin embargo ¿Será el gobierno capas de poner en marcha requerimientos de bruscos recortes salariales, alza de impuestos de valor agregado (IVA), y otras medidas de austeridad a 3 años para cerrar el multimillonario acuerdo de ayuda y evitar el incumplimiento de pagos en el futuro? Está es una pregunta clave, ya que inevitablemente se necesita dicha reestructuración para recobrar la confianza de los mercados globales.

¿Riesgo de Contagio?

En las últimas semanas, también, se ha desatado una creciente preocupación por las economías de España, Portugal e Irlanda, las cuales poseen una combinación de déficit fiscal y una alta deuda publica. Esta situación trajo consigo malestar y preocupación en todos los mercados bursátiles resultado de ello es el caso de Portugal que como se puede observar en el cuadro anterior, el rendimiento de sus bonos va aumentando por el factor riesgo (recordemos que cuando el rendimiento de los bonos de Grecia a 10 años superó el 7% fue cuando se pidió el rescate). Sin embargo, el que se desencadene una crisis de solvencia como está tomando lugar en el país helénico, dependerá si dichos países revierten la situación en la que se encuentran por más de una década: un crecimiento de los salarios mayor al de la productividad. Asimismo, a través de la reducción del gasto público y aumento de la base tributaria; sin embargo, hay que recordar que este tipo de medidas son poco populares desde el lado político. Además, por estar atados al hecho que comparten como bloque una misma moneda, no podrán elegir el camino de la devaluación por lo que el único camino parece estar centrado en reformas salariales, planes de crecimiento de productividad y voluntad política.

¿Y el Perú?

Por ser una economía abierta y por el hecho de poseer activos en los mercados globales, podríamos vernos afectados por una crisis de este tipo; sin embargo, por los fundamentos macroeconómicos que posee hoy en día el Perú, lo más probable es que no nos afecte en gran medida. Si bien los índices bursátiles, el rendimiento de nuestros papeles y las medidas de riesgo país (EMBIG) se han deteriorado ocasionando pérdidas cuantiosas para los inversionistas locales y offshores , luego que regrese la calma a los mercados por medidas de solución tomadas por la zona Euro, esta situación se revertiría.

A su vez, podemos extraer grandes conclusiones de todo esto, partiendo del hecho que a pesar de ser una economía respaldada por el valor de una divisa solvente no se esta blindado a una crisis de esta magnitud si es que en la práctica no se hacen las cosas pensando en la sostenibilidad de las cuentas fiscales. Un país no puede emprender medidas de corte populista y pensar que los problemas de financiamiento o requerimiento de efectivo se solucionan con endeudarse cada vez más y más situación que sucedía en Latinoamérica en los 80s. En nuestro caso, por primera vez en nuestra historia republicana, somos “acreedores netos”, por el desempeño económico de estos últimos años y es tarea de las próximas autoridades económicas seguir por esta vía, apuntando a destruir las taras de siempre-infraestructura, educación, crecimiento sin chorreo, etc-, y evitando a su vez los errores del pasado que nos costaron décadas sin crecimiento, no nos embarquemos en una travesía al naufragio nuevamente.